Como al hombre a quien de repente, después de largo tiempo y justo cuando menos lo espera, sacude la remembranza turbadora de um crimen cometido en la juventud, de igual modo asaltaron bruscamente al pueblo griego en plena madurez los remordimentos por un acto de violencia cometido en su juventud. Ochocientos años atrás habia hundido en el más profundo de los sueños a otro pueblo: el troyano.
Este arrepentimiento colectivo, el remordimiento de conciencia que involucra a todo un pueblo puede sonar algo rebuscado, no demasiado creíble, pero el hecho de que se convirtiera en el principal alimento de la literatura griega antigua constituye argumento suficiente para creer que existió en realidad. Pruébese a eliminar Troya, pruébese a suprimir por tanto al muerto que permanece tendido en mitad de ella como en una ceremonia funeraria, y de la literatura griega no quederá ni la mitad.
Los escritores griegos se impusieron la misión de extraer de la conciencia de su pueblo dicho crimen. Y así fue éste desvelado en todos sus aspectos por los proprios griegos, sin la más mínima intervención de pretensiones revanchistas o de presión internacional. Ellos mismos resucitaron, pues, aquella Troya que habían arrasado hasta los cimientos, que habían jurado sepultar tan hondamente que ningún testimonio, ninguna voz, ni siquiera los proprios recuerdos subsistieran de ella; así pues, la extrjeron de la tumba, le sacudieron el barro y dieron testimonio de ella con imparcialidad, como habrían procedido si se hubiera tratado de ellos mismos, si no con superior conmiseración.
Fue éste un exorcismo sin precedentes, un acto conmovedor, liberador y emancipador, desconocido hasta entonces. Porque, por vez primera en la historia de la humanidad, la conciencia de todo un pueblo experimentaba una zozobra semejante.
Un desasosiego que pone en evidencia qu dicho pueblo ya era capaz de grandes obras.
Ismaíl Kadaré, Esquilo. El Grand Perdedor. [cap. II fine]
Siruela, Madrid: 2006 (trad.: Ramón Sánchez Lizarralde e María Roces).
Nota 1: Simone Weil diz algo de semelhante a isto, realçando também o papel de Tróia na assombração da memória colectiva grega e como em torno da impositiva necessidade de fazer justiça à cidade destruída se construiu todo um povo e cultura. Creio que o ensaio onde aparecem essas considerações está incluído na antologia A Fonte Grega, editada pela Cotovia, mas, por não ter o livro à mão, não posso dar certezas.
Nota 2: Ainda só li um terço da obra, pelo que a avaliaçao pode ser injusta, mas este Esquilo, de Kadaré, não pode senão aparecer, ante os olhos de um classicista, como um livro de fantasia, cheio de suposições & imaginações sem qualquer fundamento histórico-científico. Verdadeiramente interessante, até ao momento, só o cap. IV, em que o autor sugere que a tragédia deriva dos rituais funerários, a partir da análise dos rituais albaneses que ainda pôde observar nas aldeias do seu país. Si non è vero (provavelmente não, mas), è ben trovato.
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